13 julio, 2020

Mis amigas súperpoderosas

By elmillennialtimes@gmail.com

Esta es la historia de Bombón, Burbuja y Bellota, tres amigas muy diferentes pero con algo en común: en el mismo lapso de tiempo terminaron relaciones tóxicas con sus novios y ninguna se arrepiente. He aquí la historia de tres mujeres que entendieron que el amor es antónimo de sumisión y sinónimo de coraje. Mujeres reales, jóvenes y capaces. Son mis amigas, pero también pueden ser las tuyas, o tu hermana, tu prima, tu vecina, tu compañera de trabajo… o tú. Aunque debo hacer una advertencia: si te sientes identificada con alguna de ellas, o con las tres, no te sientas mal, siéntete real.

Bombón, 28 años

Esta mujer, como su apodo, es pura dulzura, tanta que de los cinco años que duró la relación, dos los pasó con el anillo en el dedo. Su hombre era interesante, conversador y protector, pero apenas tenía dinero en el bolsillo la cambiaba por una botella. Él la terminaba y se convertía en Gasparín por semanas; mientras, Bombón y sus lágrimas lo esperaban para volver como si nada. Su relación era una montaña rusa. Los momentos de felicidad eran con él y los de desgracia, también. Las faltas de respeto y las palabras hirientes fueron el detonante para tomar una decisión que postergó por mucho tiempo, atemorizada por el qué dirán, un compromiso a la vista y tantos años de noviazgo. ¿En serio, Bombón? Pero lo hizo.

Ahora, ella se siente tranquila, sabe lo que no quiere en su vida y dice aún creer en cuentos felices. Su vida es ella. La incertidumbre del futuro a veces la agobia. Empezar desde cero siempre va a parecer aterrador, pero ahora es una oportunidad. Su mayor reto son dos palabras: amor propio. Aunque Bombón le hace honor a su nombre, duda de su capacidad para atraer a nuevos galanes. Cuando quiero darle un sermón monumental por su actitud, me acuerdo que esa persona ocupó cinco años en su vida y se me pasa.

Burbuja, 22 años

La historia de Burbuja  es la de una relación tradicional —demasiado para mi gusto— donde la mayor novedad era que el tipo se enfermara. Pero tanta normalidad trajo consigo sospechas. Llamaremos a su novio Sherlock Holmes, un hombre frío, misterioso y desconfiado, tanto, que en casi dos años de relación con Burbuja, evitó presentarle a sus padres o amigos, y por supuesto no posteaba fotos en redes sociales (ella sí, obvio). Casi dos años en los que mi amiga cargaba el peso de la relación: hacía planes para él, se vestía para él, ajustaba su estado de ánimo según él. A ella nunca le faltaban los pretendientes, pues es de esas chicas con un magnetismo envidiable, y a eso súmenle la astucia de la palabra precisa. Yo le decía «Burbuja, tú deberías estar soltera», y el día que me lo confirmó exclamé «¡Aleluya, Gloria a Dios!». Hoy, después de terminar con Sherlock, se siente en paz y tranquila. Entendió que depender de una relación o una persona es un pésimo negocio. Burbuja goza de su libertad a plenitud, aunque Sherlock no termina de desaparecer. A ella aún le da “cosita” bloquearlo de su vida, pero la decisión está tomada.

Días después de la entrevista Burbuja me llamó: «Veámonos —dijo—, tengo que contarte algo para tu artículo». El misterio se resolvió: Sherlock mantenía una relación paralela con otra damisela. Los detalles no importan, así que inserte aquí todo el drama que quiera.

Bellota, 23 años

Queridos lectores, hemos llegado a la joya de la corona. Al novio de Bellota lo llamaremos El Farsante, eso sí, no tiene el flow de Ozuna. Es la historia a la que más horas de escucha le he dedicado, alguien debería darme un certificado por ello. Bellota y El Farsante hacían una de esas parejas que uno ve y dice: «estos se van a casar». Eran el complemento del otro, tenían el mismo sentido del humor, veían las mismas series y hasta se parecían físicamente. El nivel era alto: Bellota ya tenía llaves de la casa de su hombre, pero también, en ocasiones debía quedarse callada y esperar a que él terminara frases por ella. El asunto empeoró cuando El Farsante perdió su trabajo y regresó a vivir con sus papás en otra ciudad. Aquí la depresión hizo su entrada triunfal: Bellota lidiaba a diario con la frustración, la agresividad y los pensamientos suicidas de su novio. Estaba aburrida pero no podía dejarlo: «¿Cómo voy a abandonarlo así si es la persona que yo quiero?», pensaba.

El día llegó: se armó de valor para terminarlo y lo terminó, pero se arrepintió de inmediato. Después, él no quiso regresar argumentando que ella le exigía cambios en su vida y él no quería cambiar, aunque esos cambios fueran cortarse el pelo, lavarse los dientes y bañarse. Pero calma, hay más. Un caso al mejor estilo CSI estaba por resolverse. Entre amigos fue llegando información, fotos y perfiles ocultos en Instagram, donde al final quedó expuesta la doble vida del tipo. Por supuesto, esto incluía una relación paralela de un año con otra mujer. Bellota logró establecer contacto con la mujer y entre ambas armaron el rompecabezas de un desconocido que resultó ser su pareja por cuatro años. Reponerse a un engaño de esta magnitud no ha sido tarea fácil, pero en resumen se siente liberada. Ahora, nuestras conversaciones empiezan así: «Amiga, tenemos que hacer update».

Heroínas ¡en marcha!

Al principio, este artículo se iba a llamar “Hay vida después de los hombres”, cuando le comenté a las chicas Bellota respondió: Amiga, ¿ese título no está muy trillado? Y la verdad sí. Lo cierto es que hay muchas chicas para quienes su vida antes y después son los hombres.  Eso no las hace más ni menos poderosas. Mientras la decisión haya sido tomada con convicción, sin pensamientos ajenos y sin sacrificar su condición de ser humano autónomo e independiente, todo bien.

Hagamos un ejercicio. Un hombre a los 30 años está realizado si tiene trabajo, apartamento, carro y plata. Si no está casado no importa, el tipo es un partidazo. Una mujer a los 30 años puede tener trabajo, apartamento, carro y mucha plata, pero si no tiene marido no está realizada. “Pero si ella no es fea”, “No te preocupes, tú no te quedas”, “¿No será que es muy exigente?”. El aval del hombre está en lo económico y el de la mujer en lo emocional. Esto no es nuevo. Las sociedades conservadoras, la cultura patriarcal aplicada a la crianza y el miedo a no encajar dentro del status quo son abanderadas de la premisa anterior. Por fortuna, el eco sobre el rol individual de las mujeres es cada vez más fuerte. Ya tenemos mujeres presidentas, atletas del año, cantantes de reggeaton, escritoras que escriben más allá del amor, películas con personajes protagonistas fuertes sin olvidar la naturaleza de su género como Reese Witherspoon en Wild, o de las más recientes The Wife, con la actuación magistral de Glenn Close como la esposa perfecta en búsqueda de su persona lejos de las sombras. Estas cualidades reflejadas en los medios de comunicación y la industria del entretenimiento abren un espacio en el imaginario colectivo, desdibujando un perfil único para trazar un sinfín de vidas posibles y válidas.

Todos y todas meceremos una vida llena de azúcar, flores y muchos colores. Ningún Mojo Jojo tiene el derecho a destruir lo que ha costado tiempo, esfuerzo, errores y que nada ni nadie nos puede quitar: la esencia.

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Me salió mi primera cana en la qk. Sí, así como lo leen. Tengo 28 años y me salió mi primera cana en la qk.

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