Suelo dormir con mi celular en modo avión y he procurado crear una rutina matutina que implique mantenerlo así hasta que haya terminado todos los pasos. Desbloqueo mi celular y entre las notificaciones está una llamada perdida más un mensaje en WhatsApp con un tono de urgencia de una amiga del colegio que veo de tanto en tanto. Qué extraño. Esos mensajes repentinos te hacen sospechar siempre lo peor. Le escribo, me llama y me cuenta que en la empresa donde trabaja hay una vacante y es perfecta para mí.
Se trataba de un puesto para una persona de mi perfil, bien remunerado y contrato a término indefinido. Ella me contaba los detalles de la vacante con tanta emoción que sólo pude quedarme callada y escucharla. Luego de enunciar todas las razones por las que debería aplicar finalizó haciendo énfasis en la fecha límite que era ese mismo día. Le agradecí por pensar en mí. Colgamos y yo lo único que pensé durante toda la conversación fue ¡Pero sólo quiero tocar el piano!
Si vieron la película “Soul” de Disney entenderán la referencia. Y si no la vieron, abandonen este artículo inmediatamente o vayan a verla después de finalizarlo. En la película, el personaje principal Joe es un profesor de música apasionado por el jazz que se encuentra en el dilema de aceptar una oferta de ascenso en la escuela donde trabaja. El paralelo en Colombia de la oferta de Joe sería un empleo con prestaciones sociales, salud, pensión, primas y vacaciones. Para la mamá de Joe, esta es la mejor noticia del mundo aunque, ella conoce lo que lidia y en un momento le insinúa ¿No vas a rechazarlo, cierto?. Pero Joe en lo único que puede pensar es en tocar el piano.
Al volvernos adultos, una de las relaciones más complejas que tenemos es la relación con nuestro concepto de trabajo. Luego de la llamada de mi amiga, comprendí dos cosas. Primero, ser desempleada es mi pasión. ¿Por qué semejante afirmación? Porque nada como ser ama, dueña y señora de mi tiempo. Estar en una oficina de ocho a doce y de dos a seis es un mecanismo de control arcaico, que a raíz de la pandemia viene en declive. Ahora bien, tener un trabajo de oficina no es una desgracia pero el asunto se complica cuando sucede lo siguiente. Ya encontraste tu propósito, misión de vida, idea de negocio innovadora, you name it. Cuando ya tienes eso, ninguna oferta laboral será más grande que tus ideas. En mi caso, considerar un empleo va más en ¿Esto qué tan ocupada me va tener? que en cuantos ceros crece la cuenta. La debilidad de este dilema es que el sistema me necesita a mí tanto, como yo al sistema porque no c*g* plata. Aún.
Segundo, cada quien tiene su piano. Los hay de todos los tamaños, colores, materiales e incluso hay unos que con unos sintetizadores les va muy bien. Y aquí quiero hacer énfasis en la empatía. Mi yo de hace un par de años atrás – reactiva y desubicada- habría respondido a esa llamada con un “Yo no estoy pa’ esos trotes” o alguna explicación que rayaría en la arrogancia. Pero mi amiga tiene un piano en su casa muy distinto al mío, y aún, en esa diferencia esa persona es capaz de pensar en lo que podría ser muy bueno para la otra. Solamente eso amerita agradecimiento. Ahora, el reto mental de esta situación radica en aceptar que lo que para mi amiga es una melodía de los dioses del olimpo, o sea, un trabajo que le brinde estabilidad, seguridad y respaldo, para mí puede sonar a una canción en mandarín que jamás entenderé. Así sucederá muchas veces más con más amigxs, familia, compañeros de trabajo, tus jefes e incluso alguien que sigas en instagram. Lo importante es entender que ningún discurso excluye al otro. El mundo es demasiado grande para que exista una sola versión de la historia. (Esto aplica para el trabajo y todos los temas que nos afectan como seres humanxs).
Si estás desempleda o desempleado y no sientes nada de pasión al respecto, lo que te puedo decir es que transformes la resignación en acción. Haz una lista de todas las ideas que se quedaron en “quizás”, vete de viaje a donde siempre quisiste ir, llama a esos amigxs con los que hace mucho no hablas y pregúntales en qué andan, ¿Admiras a alguien? Mándale un DM o escríbele un correo dispuesto a colaborar. Lo que tienes ahora es el recursos más valioso: TIEMPO. Úsalo. Es tuyo y no necesitas un empleo para probarlo.
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