El que esté libre de vacile, que tire la primera piedra.
(Ahora termino apedreada).
En pleno arranque de esta década es usual encontrarse con personas que exploran las posibilidades de experimentar el amor, el placer y la compañía. Este grupo de personas han salido victoriosas de una caverna donde el mito no lo cuenta Platón, sino Disney. Un mito que no enseñan en el colegio o en la universidad. Las tres Marías de Thalía se han encargado de eso muy bien. A esta millennial que les escribe no le tocó Marimar; la oferta –por fortuna– empezaba a ser más amplia. Y lo digo en pasado, porque apenas escucho “extrañarte es mi necesidad, vivo en la desesperanza, desde que tú ya no vuelves más…” todo vuelve a tambalear.
Vengo a compartirles mi testimonio. Un testimonio de amor. “Pero si este artículo es sobre el vacile, ¿por qué estás hablando de amor?”, dirán ustedes. Y sí, precisamente por eso. Primero hay que estar claros. ¿Qué es el vacile? La RAE nos dará las siguientes definiciones:
Yo me quedo con la cuarta. Vacilar es un goce. Es celebrar que estamos en el mismo espacio y tiempo con alguien que nos hace vibrar desde las neuronas hasta las… bueno, ya saben. Vacilar va hasta donde ustedes quieran llegar. Es mucho más que un intercambio de fluidos corporales: cuando vacilas disfrutas cada segundo al lado de esa persona, tanto como respetas el tiempo en que no está contigo.
He tenido la suerte de vacilar con personajes fantásticos. Cada uno tiene su historia y vive en su propio reino. Han dejado un legado en mí, por más que haya sido pasajero. Algunos se han ido y otros están a diario. Sin más, se los presento:
El músico
Cantante de una banda de reggae, escultor, insurgente. Un artista de tiempo completo. Mi primer crush convertido en realidad. Yo pensaba ser invisible hasta que una conversación casual en un bus detonó lo que después se convertirían en visitas clandestinas hasta la madrugada. El universo nos hace y la música nos junta, esta es la frase que nos define. Comocí a Rebelution, The Green y Onda Vaga por él, y aún están en mis playlists. En un último encuentro, en medio de nuestra rutina, el músico me dice que tiene un regalo. Saca de su bolsillo una USB con la forma de Bob Marley: “Esta es toda mi música y quiero que la tengas”. Una carpeta con 400 canciones ¿Esto no es amor? Si no lo es, igual no me van a convencer. Me encantaría decir que conservo conmigo aquella carpeta. Él tampoco está, cada quien siguió su camino. Cuando nos vemos en la calle, nos miramos con complicidad y algo de nostalgia.
Moraleja: jamás subestimen el poder de la atracción.
El escritor
“El amor es un silencio cómodo” fue el tweet que me hizo enviarle un DM sin tener ni la más mínima idea de quién era. Más de un par de años después le agradezco al universo por hacerme atrevida. Él es mi gurú de la literatura. Le aprendo, lo observo y aplico. Podemos ser tan cursis y humanos como queramos. En llamadas nocturnas solía leerme poemas hasta quedarme dormida. Es el mejor oyente. No sé cómo lo hace, parece imperturbable. Si hay alguien que conoce todas mis tonalidades es él, sin temor alguno. Nos contamos sobre quiénes están y los que se han ido. A veces bromeamos sobre compartir la vejez si ninguno nos cuaja. No hay forma, únicamente fondo. Somos el resultado de un gran experimento. Ojalá pudiera empaquetarse y servir como una vacuna a los cuerpos con sangres tóxicas. Ya me puse a soñar demasiado, dejemos aquí.
Moraleja: Si todavía no han levantado por Twitter, procuren.
El sociólogo
En la Tate Modern Gallery de Londres existió una grieta de 167 metros que dividió en dos el suelo de tan prestigioso recinto. Esa grieta tenía nombre propio, Shibboleth y su autora, Doris Salcedo, se convirtió en la primera colombiana en exponer allí. Yo no tenía ni idea de quién era Doris, la Tate ni mucho menos qué significaba Shibboleth, pero se encargó de contármelo todo por videollamada. Si no fuera por este personaje de cabello rebelde, gafas retro y acento ultraencantador, no lo sabría, ni sabría a qué saben las arepas de Boyacá, el café de origen que le gusta comprar o el curry que tan bien le queda al cocinar. Esto, con el pasar del tiempo se me puede olvidar. También su dirección, porque no la frecuento, pero jamás la historia de Shibboleth. Esto, señoras y señores, es puro amor al arte.
Moraleja: Levanten en Twitter los días de posesión de mandatarios (Sí, Twitter otra vez).
El financiero
Si quieres cambiar el mundo, empieza por tender tu cama. ¿Les suena familiar esta frase? Sino, corran a ver el discurso del Almirante de marina estadounidense William McRaven porque desde que lo vi lo tengo presente. Debo aceptar que mis nociones de orden las aprendí fuera de casa. Sorry, mom. Él es de las personas más transparentes que conozco. Tiene un aura que dice “bacanería”. Es coleccionista de antigüedades y destinos a cielo abierto. Ama la carretera. Es un espíritu libre. Es de esos hombres que te hacen pensar: ¿por qué no está casado si es tan bueno? Pero al rato se me pasa. Lo cierto es que todos los días, al despertar, lo primero que hago es tender mi cama. Si me demoro empieza una piquiña en mi cuerpo que no me dejará tranquila hasta que lo haga, porque en el fondo sé que estoy decepcionándome a mí misma, al almirante y, por supuesto, a él.
Moraleja: Ver el discurso aquí.
El periodista
¿Les ha pasado que conocen a alguien y piensan: “Necesito que esta persona esté en mi vida”? Bueno, a mí me pasa un montón. Gracias al stalkeo, los seis grados de separación quedan reducidos a un click que con el paso de los días se convierten en un café. Tres años después, el café nos lo tomamos donde estemos, así sea en un “llámame”. Él es el gran sensei de mi vida. Una persona capaz de resumir la historia de Colombia en quince minutos de seguro tendrá una respuesta para cualquier cosa, más para dramas de chica millennial. Sagitariano, astuto y políticamente incorrecto. En un mismo abrazo te puede malcriar o decirte exactamente cómo la estás embarrando. No espero nada de él, sólo lo que hay. Tampoco que me organice la vida, esa tarea no se la suelto a nadie. Me halaga que alguien como él extrañe las locuras de alguien como yo. El tiempo que pasamos juntos es suficiente, no aguantaríamos tres días bajo el mismo techo. Reconoce mis aciertos, me empuja y le meto el doble. ¿Almas gemelas? ¿Espejos? ¿Amor? Todas las anteriores.
Moraleja: Confíen en su intuición, siempre.
Con estas historias no intento decirles que hay que vacilar como si el mundo se fuera a acabar. Pensarán que soy una libertina que le tiene miedo al compromiso –Yes, I do– y de seguro pienso así porque no me ha llegado el que es. Lo cierto es que las estructuras no son las mimas, porque las personas no somos las mismas. Nuestros padres ya no eligen por nosotros, somos libres de estar con quienes queramos por conveniencia, placer o sentimientos. El amor no se valida con una lista de chequeo de cosas por hacer, decir y demostrar. Cada cabeza es un mundo y dos cabezas juntas son un nuevo universo.
Este artículo tiene un fin muy preciso: invitarlos a sentir amor pleno. Sin requisitos ni condiciones distintas a las que ustedes se pongan. El amor es fluido, toma la forma que quieran darle y llega hasta donde se lo permiten. El amor se siente, vibra dentro nosotros. Revisen su definición de amor. Si es muy corta, agréguenle un par de reglones más. Si es extensa, busquen otra hoja. Por mi parte seguiré dispuesta a experimentar tanto como sea posible, con victorias y desaciertos.
¿Qué dicen? ¿Vacilamos?
¿Te gustó este artículo? ¡Compártelo?
Mi primera cana
Me salió mi primera cana en la qk. Sí, así como lo leen. Tengo 28 años y me salió mi primera cana en la qk.
Porque te quiero te dejo
Esta es la historia de lo mejor y lo peor que me ha pasado: enamorarme. A mis 28 años puedo decir que tengo la fortuna