13 julio, 2020

Llevo dos años soltera y esto es lo que he aprendido

By elmillennialtimes@gmail.com

A mis veinticuatro años ya lo he escuchado todo. Estando en plena etapa productiva y reproductiva, es normal que la gente sienta el impulso de expresar su preocupación sobre mi futuro: “¿Y ya le trajiste un yerno a tu mamá?” “¿No será que eres muy exigente?” “Primero estudie, sea gente y luego se casa”. “Eso está bien, pero no des boleta con cualquiera”. La lista puede continuar tan larga y ancha como la misma historia de la Humanidad. Con algunas cosas estoy de acuerdo y con otras discrepo. El hecho es que estar soltera es una condición de peso. Te quita o te pone. Es un calificativo casi o igual de destructor que ser fea o estar gorda.

He estado soltera por más de dos años. ¿Por qué? Así lo ha querido mi voluntad. ¿Me gusta? Me encanta. ¿No me hace falta tener pareja? A veces, pero me acuerdo de Juancho, Lucho y Pancho y se me pasa. En una sociedad que se alimenta de estereotipos, la lista de chequeo para definir el éxito en la vida de una mujer se cumplirá si y solo si logra acumular los bienes emocionales: marido, hijos, casa, finca y vacaciones en el extranjero. Si la vieja es la gerente más top, emprendedora, ama y capitana de su destino, pero le falta el anillo o sus dos bendiciones, es una equis. Una equis exitosa, pero equis al fin y al cabo. Otros, los más optimistas, dirán entre ellos cosas como: “Ay oye, ella tan linda e inteligente, Dios le mandará un buen marido, ella no se queda”.

Lo cierto es que aquí no estamos para quejas, sino para lecciones. Luego de más de dos años de soltería, mi conclusión es que ha sido un viaje de vuelta a casa. Para algunos, el camino puede verse tan turbulento como la vía a San Onofre y para otros, tan plácido como la vía al mar. Con esto no pretendo evangelizarlos sino invitarlos a cuestionarnos sobre los conceptos que inciden cuando hablamos de una mujer soltera. Queridas lectoras y lectores: he aquí una lista de cinco lecciones aprendidas en estos dos años de aventuras conmigo misma.

1.Estar soltera no es estar sola

Apunten esto y grábenselo. Ninguna mujer soltera en sus veintes, estando bella y segura de sí misma, está sola. NINGUNA. Todas disfrutan de la compañía en el tiempo y espacio que dispongan. Son las propias jefas de su bienestar emocional. Ellas deciden quién entra, qué tanto y hasta cuándo. No necesitan selfies ni captions para probarlo. Disfrutan de las cinco estaciones. Encuentran la plenitud en compañía o sin ella porque no dependen de otros. Creen en el amor real y lo abrazan en sus múltiples formas. Para ellas, el romanticismo es un mito barato. Aman al prójimo tanto como a sí mismas. Están solas porque así lo quieren, no porque nadie quiera estar con ellas.

2.Estar soltera te prepara para la compañía

Cuando sabes qué tienes, sabes qué ofreces. Una mujer que ha pasado el suficiente tiempo a solas se conoce a sí misma. La tiene clara. Y con esto no me refiero al largo del cabello, el color de los ojos o si tiene sentido del humor. Esta mujer sabe cuáles son los valores esenciales que espera encontrar, sabe lo que negocia y lo que no. Conoce sus límites de tolerancia. Lo que la emputa. Los detalles que la derriten. Es capaz de reconocer cuando necesita espacio. Levanta su voz si no se siente escuchada. Pide más hasta estar complacida. Dice te quiero y también ya no te quiero más.

3.Estar soltera no es una búsqueda

“Amiga: ¿sabías que el hermano de Fulana está soltero? Hagamos double date y te lo presento”. Esta es una escena de las más familiares entre solteros y emparejados. Para algunas personas, estar soltera es una maratón interminable donde el premio mayor es la tan anhelada media naranja. En la práctica, las mujeres solteras van al mercado, eligen entre todas las frutas y la que esté buena o más les guste ¡se la comen! ¿Y adivinen qué? Algunas ni siquiera toleran los cítricos pero shhh.

4.Estar soltera te abre la mente

La soltería es un mundo de infinitas posibilidades. Aquí, el tiempo y la voluntad son los mejores aliados. Esa clase de yoga a la que nunca fuiste, aquel libro de astrología que te daba pena comprar, esa escapada a la playa que siempre aplazaste. Cuando una mujer está soltera lo puede TODO. En pareja también se puede, sí, pero let’s be honest, no es igual. La soltería también es un pretexto para convertirse en Dora la Exploradora. Es el momento de las aventuras, de las nuevas primeras veces, del ensayo y error, de experimentar sin prejuicios, ni complacencias obligadas.

5.Estar soltera está DE MODA

No lo digo yo, lo afirma la ciencia y Lunay: más que la soltería, disfrutar de la soledad se está convirtiendo en una tendencia cada vez más global. Una idea motivada por el deseo de aislarse del mundo digital y la espiritualidad. Cuando pasas tiempo a solas tus relaciones personales se benefician, le das rienda suelta a la creatividad, aumentas tu confianza y aprendes a regular tus emociones, aunque pasarla así de bacano dependerá de qué tanta disposición haya para lograrlo. Micaela Marini, en su artículo Los beneficios de pasar tiempo a solas publicado en el New York Times, introduce su reflexión así: “la soledad la sufre quién está solo y quiere compañía”. Dicho esto, una mujer soltera puede estar viviendo su libertad al máximo, pero si su interpretación del amor sigue estando en la búsqueda y no en el encuentro ¡esa platica se perdió.

Debo decir que es un alivio encontrar nuevas narrativas femeninas en el cine, la televisión e incluso los canales de contenido digital. Mujeres que no necesitan un de en el apellido para ser alguien. Estos roles que apuestan por retratar la naturaleza del género alejados del sistema binario están formando a un público que crece con la responsabilidad de normalizar lo que hoy es una revolución.

Epílogo

Es muy posible que algún lector o lectora interprete este artículo como un mecanismo de defensa, declaración de miedo al compromiso o auto sabotaje. Si esa persona eres tú y llegaste hasta aquí, bienvenido, te cuento algo: mi futuro emocional es incierto. Sólo el universo sabe cuándo llegará el encuentro que me haga escribir otro artículo sobre mis lecciones sobre la vida en pareja. Por ahora, seguiré disfrutando de mi individualidad, sintiéndome plena, sin búsquedas exhaustivas, aprendiendo cada minuto y embarrándola cada minuto y medio.

El mundo seguirá repitiendo patrones de convivencia hasta que exista una mayoría de mentes conscientes de las diversas formas de vivir. Todas válidas y dignas de celebrar, donde el respeto esté en el aire y propague la llama del amor. Ahora repitan “que así sea”. Yo les digo: podéis ser solteros en paz.

 

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